Hace tan solo 16 años, el Museo Universitario Arte Contemporáneo (Muac) abrió sus puertas al público en el extenso campus de la histórica universidad nacional de México, la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). En este breve periodo, se ha consolidado como una institución pública en todo el sentido de la palabra: un líder en la exhibición y conservación de arte contemporáneo, un destino imprescindible para los visitantes y una autoridad reconocida entre sus instituciones homólogas en la Ciudad de México.
Durante 11 de esos años, la línea curatorial del Muac ha sido definida y representada por Cuauhtémoc Medina, considerado por muchos como el curador estrella de México. En octubre de 2024, Medina anunció que dejaría su puesto como líder curatorial y que entregaría las riendas a Lucía Sanromán, directora del Laboratorio Arte Alameda, uno de los museos federales más pequeños de México. Ciudadana de México y Canadá, Sanromán asume un rol de enorme visibilidad para el cual parece estar idealmente preparada. “En estos tiempos, los espacios dedicados a la actividad creativa deberían movernos de nuestro centro,” le declaró a The Artwork Newspaper.
Ha tenido una trayectoria profesional única entre los curadores en México, muchos de los cuales han construido sus carreras en la capital. No es el caso de Sanromán, cuyo primer puesto curatorial después de graduarse de la Universidad de Victoria en Canadá en 2003 fue en el Museo de Arte de San Diego, donde asistió a la curadora de arte contemporáneo Betti-Sue Hertz, quien ahora es directora y curadora en jefe de la Galería de Arte Wallach en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Conexiones Norteamericanas
Tiene un oído fino para percibir las diferencias. Es muy brillante, muy fuerte. Tiene una política única,” cube Hertz sobre Sanromán, quien se había establecido en Tijuana y cruzaba la frontera todos los días para trabajar en San Diego. “Ninguno de los dos éramos de esa región, pero nos preguntamos: ‘¿Qué podemos hacer desde este lugar?’” Pronto, Sanromán fue nombrada curadora en el Museo de Arte Contemporáneo de San Diego, y su carrera tomó vuelo.
Aquellos años en Tijuana y San Diego fueron cruciales para moldear el interés de Sanromán en las prácticas artísticas políticas y sociales, así como su capacidad para conectar a artistas e instituciones de Canadá, Estados Unidos y México. “Es como el TLCAN,” cube el artista Marcos Ramírez ERRE, refiriéndose al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ERRE fundó el espacio autogestionado por artistas Estación Tijuana, donde Sanromán y su esposo, el arquitecto Peruano y diseñador de exposiciones Giacomo Castagnola, realizaron una residencia.
“Tijuana socializó mi relación con el arte de una manera important,” cube Sanromán, añadiendo que fue allí donde forjó sus amistades más cercanas y el momento en que comenzó a pensar en el arte como una forma de cuestionar las desigualdades y asimetrías sociales.
En la década de 2010, continuó consolidando su nombre en la escena artística de California mientras participaba en intercambios con sus amigos y colegas en México. Organizó exposiciones para artistas como Suzanne Lacy, Tania Bruguera (que se presentó en el Muac en 2018) y el colectivo internacional de arte Futurefarmers en el Yerba Buena Heart for the Arts de San Francisco.
Cuando Andrés Manuel López Obrador fue elegido presidente en 2018, Sanromán se postuló para dirigir uno de los museos federales del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y fue elegida para liderar el Laboratorio Arte Alameda. Cuando llegó a la vibrante escena artística de la Ciudad de México, ya contaba con un formidable currículum curatorial, más de 15 años de experiencia y una purple de contactos que dejaba en ridículo a sus colegas metropolitanos.
De la periferia al centro
Esta trayectoria profesional alejada del centro es una de las joyas de Sanromán. “La mayoría de nuestras exposiciones viajan o son co-producidas,” cube Medina, “pero ha sido muy difícil hacer este trabajo con instituciones estadounidenses.” Construir y mantener asociaciones con otros museos es essential para el perfil del Muac como una institución de clase mundial, ya que no dispone de amplia dotación o respaldo de patrocinadores corporativos como sus contrapartes en Estados Unidos. “Estamos interesados en ampliar nuestra purple de colaboración,” añade Tatiana Cuevas, directora del Muac.
Antes de que Cuevas y Sanromán puedan enfocarse en esos objetivos, necesitan abordar la relación fracturada del Muac con su público native. Recientemente, el museo fue objeto de actos de vandalismo y críticas en línea debido a una exposición que, según activistas, revictimiza a trabajadoras sexuales de la tercera edad que viven en un hogar de cuidado native.
“El Muac es una de las instituciones artísticas más complejas del país,” cube Felipe Zúñiga, educador de arte y amigo cercano de Sanromán. “Es una hidra de muchas cabezas.” Esto se debe en gran parte a la enorme influencia de la Unam en la política y la vida pública de México, algo sin comparación con otras instituciones de educación superior.
Mientras Sanromán y Cuevas están entusiasmadas por comprometerse con la universidad, ninguna de las dos conoce especialmente bien la institución y enfrentan una pronunciada curva de aprendizaje; la Unam es un coloso cuyo presupuesto el año pasado fue de 55.96 mil millones de pesos (2.79 mil millones de dólares), con más de 250,000 estudiantes y poderosos sindicatos. Ninguno de sus amigos o antiguos colegas duda que esté a la altura del desafío. “Tiene fortaleza,” cube la artista Andrea Bowers. “Estos son tiempos difíciles. Las instituciones tienen mucho miedo de ser canceladas.”
Cuando se le pregunta cómo puede el Muac reparar su relación con el público, Sanromán es categórica. “Me gustaría que pensemos de manera intuitiva y que el museo sea un poco más dinámico,” cube. “Necesitamos ceder espacio. Necesitamos crear y ofrecer espacio.” El primer paso en esa dirección será una serie de charlas públicas sobre los recientes errores del museo, programadas para principios de este año, una oportunidad para “afinar el papel del arte en una disaster”.
Sanromán parece entusiasmada con el trabajo que esto implica y con el próximo programa de exposiciones, que incluye una importante revisión historiográfica de Los Grupos, los colectivos artísticos fundamentales que trabajaron en la Ciudad de México en las décadas de 1970 y 1980, y una exposición con la artista colombiana Delcy Morelos.
Siempre está atenta a los acontecimientos actuales más sensibles
Agustín Pérez Rubio, curator
“Siempre está atenta a los acontecimientos actuales más sensibles,” cube el curador español Agustín Pérez Rubio, con quien comisario una sección de la feria ArcoMadrid en 2020. “Lucía comprende el potencial transformador del arte a nivel social y político.”